España, uno de los países que más comida tira a la basura

12 Jun 2018 | Medio ambiente

Compramos alimentos, llenamos nuestras neveras pero ¿quién no tira a diario comida que se nos echa a perder? El desperdicio de comida es un problema muy serio que deja  patente la desigualdad entre continentes y que incrementa la emisión de gas de efecto invernadero.

Y es que nuestro país es el séptimo en  Europa que más comida tira a la basura, 7,7 millones de toneladas, y los hogares son responsables del 42% de este derroche, seguidos por la industria de alimentación.

Alrededor de 88 millones de toneladas de comida, equivalentes a 173 kilogramos por persona, acaban cada año en la basura en la UE. La producción y eliminación de estos alimentos provoca la emisión 170 millones de toneladas de CO2 y requiere el uso de 26 millones de toneladas de recursos.

Pués bien, el Parlamento Europeo quiere de una vez por todas tomar medidas y se ha propuesto reducir a la mitad las enormes cantidades de comida que desperdiciamos. Para ello pide que se eliminen las restricciones a las donaciones y acabar también con la confusión entre las etiquetas de “consumo preferente” y “fecha de caducidad”.

Este organismo  también quiere que la Comisión proponga un cambio en la directiva del IVA autorizando explícitamente la exención de impuestos en las donaciones de alimentos.

Asimismo, plantea que el Fondo de Ayuda Europea para los Más Necesitados se utilice para financiar los costes de las infraestructuras de almacenamiento y transporte de los alimentos donados.

¿Por qué tiramos los alimentos?

 Y es que las razones por las que desperdiciamos alimentos son generalmente el olvido y que no mostramos interés,
aunque los motivos son distintos en cada domicilio  pero el resultado es el mismo: contribuir al derroche de alimentos que a escala global atañe a un tercio de la producción, lo que según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) se corresponde a 1.300 millones de toneladas de comestibles.
Otras de las causas de este dispendio económico, a pesar de la crisis, tiene que ver con el desarrollo demográfico de la sociedad española. Hasta finales del siglo XX abundaban los hogares de pareja con hijos y, sin embargo, lo que más prolifera ahora son los hogares unipersonales. Según el INE, casi uno de cada cuatro hogares tienen ya esta condición. Han pasado de 700.000 a 3,8 millones en menos de 30 años.
El aumento de la longevidad, las mejoras en las condiciones de vida, los avances médicos, el desarrollo tecnológico, los procesos de individualización y el desarrollo de nuevas formas familiares, han provocado que haya más personas viviendo solas.
En los países industrializados, donde impera la cultura del usar y tirar, no sorprende que el grueso del despilfarro se perpetre entre las paredes domésticas. Una pérdida que, según la Comisión Europea, se podría reducir en un 60%.

Qué alimentos tiramos más

 Según los datos del Ministerio, la estacionalidad es un elemento relevante a considerar: el desperdicio de alimentos aumenta en primavera y verano. En estas épocas se tira más de la mitad (52%) de los 1.325,9 millones de kilos de comestibles que se pierden cada año en España. El calor es el principal responsable de este desenlace: durante los meses más cálidos no solo la comida se estropea más rápido, sino muta la composición de la cesta de la compra, al decantarse los consumidores por productos frescos (y perecederos), como frutas y ensaladas, más que en otras estaciones del año
Los más golpeados por el calor son los platos preparados, los yogures y las salsas: en primavera y verano, en casi un 60%, estos alimentos se convierten en basura durante las temporadas más cálidas. También las frutas, las verduras frescas, la leche, las bebidas y los pescados sufren más en primavera/verano. Por otro lado, las sopas, los caldos y los zumos son los comestibles que menos se tiran en estas épocas del año: al contrario del resto de la despensa, acaban en el cuno de la basura con más frecuencia en otoño y en invierno, coincidiendo con el cambio de menú en los hogares.

España, uno de los países que más comida tira a la basura

14 Jun 2017 | BLOG, Medio ambiente

Compramos alimentos, llenamos nuestras neveras pero ¿quién no tira a diario comida que se nos echa a perder? El desperdicio de comida es un problema muy serio que deja  patente la desigualdad entre continentes y que incrementa la emisión de gas de efecto invernadero.

Y es que nuestro país es el séptimo en  Europa que más comida tira a la basura, 7,7 millones de toneladas, y los hogares son responsables del 42% de este derroche, seguidos por la industria de alimentación.

Alrededor de 88 millones de toneladas de comida, equivalentes a 173 kilogramos por persona, acaban cada año en la basura en la UE. La producción y eliminación de estos alimentos provoca la emisión 170 millones de toneladas de CO2 y requiere el uso de 26 millones de toneladas de recursos.

Pués bien, el Parlamento Europeo quiere de una vez por todas tomar medidas y se ha propuesto reducir a la mitad las enormes cantidades de comida que desperdiciamos. Para ello pide que se eliminen las restricciones a las donaciones y acabar también con la confusión entre las etiquetas de “consumo preferente” y “fecha de caducidad”.

Este organismo  también quiere que la Comisión proponga un cambio en la directiva del IVA autorizando explícitamente la exención de impuestos en las donaciones de alimentos.

Asimismo, plantea que el Fondo de Ayuda Europea para los Más Necesitados se utilice para financiar los costes de las infraestructuras de almacenamiento y transporte de los alimentos donados.

¿Por qué tiramos los alimentos?

 Y es que las razones por las que desperdiciamos alimentos son generalmente el olvido y que no mostramos interés,
aunque los motivos son distintos en cada domicilio  pero el resultado es el mismo: contribuir al derroche de alimentos que a escala global atañe a un tercio de la producción, lo que según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) se corresponde a 1.300 millones de toneladas de comestibles.
Otras de las causas de este dispendio económico, a pesar de la crisis, tiene que ver con el desarrollo demográfico de la sociedad española. Hasta finales del siglo XX abundaban los hogares de pareja con hijos y, sin embargo, lo que más prolifera ahora son los hogares unipersonales. Según el INE, casi uno de cada cuatro hogares tienen ya esta condición. Han pasado de 700.000 a 3,8 millones en menos de 30 años.
El aumento de la longevidad, las mejoras en las condiciones de vida, los avances médicos, el desarrollo tecnológico, los procesos de individualización y el desarrollo de nuevas formas familiares, han provocado que haya más personas viviendo solas.
En los países industrializados, donde impera la cultura del usar y tirar, no sorprende que el grueso del despilfarro se perpetre entre las paredes domésticas. Una pérdida que, según la Comisión Europea, se podría reducir en un 60%.

Qué alimentos tiramos más

 Según los datos del Ministerio, la estacionalidad es un elemento relevante a considerar: el desperdicio de alimentos aumenta en primavera y verano. En estas épocas se tira más de la mitad (52%) de los 1.325,9 millones de kilos de comestibles que se pierden cada año en España. El calor es el principal responsable de este desenlace: durante los meses más cálidos no solo la comida se estropea más rápido, sino muta la composición de la cesta de la compra, al decantarse los consumidores por productos frescos (y perecederos), como frutas y ensaladas, más que en otras estaciones del año
Los más golpeados por el calor son los platos preparados, los yogures y las salsas: en primavera y verano, en casi un 60%, estos alimentos se convierten en basura durante las temporadas más cálidas. También las frutas, las verduras frescas, la leche, las bebidas y los pescados sufren más en primavera/verano. Por otro lado, las sopas, los caldos y los zumos son los comestibles que menos se tiran en estas épocas del año: al contrario del resto de la despensa, acaban en el cuno de la basura con más frecuencia en otoño y en invierno, coincidiendo con el cambio de menú en los hogares.